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Holmes Londoño Medina
SOBRE MÍ
“De la adversidad surge la fuerza; de la sanación, la misión de servir.”
Lo que me llevó a acompañar a otras personas en su recorrido fue una experiencia de vida profundamente transformadora, cuyo propósito lo defino como: el direccionamiento hacia mi propia sanación.
Entre 1983 y 1989 viví el problema de la adicción a las drogas, especialmente a sustancias analgésicas inyectables, iniciando su consumo durante mi año rural como médico. Fue una etapa marcada por crisis en todas las dimensiones de mi ser: física, emocional, mental, etérica y espiritual. En medio de la depresión y el vacío existencial, el abuso de sustancias parecía atenuar el dolor, pero también me alejaba de mi propósito.
El inicio de mi transformación
En 1989, la ciudad de Medellín me abrió las puertas a la Comunidad Terapéutica Clásica de la entonces naciente Fundación Hogares Claret. Allí recibí las bases de un proceso de recuperación que, hasta hoy, sigo recorriendo con compromiso y gratitud, asumiéndome como un ser humano en constante evolución.
Después de vivir esa experiencia amorosa y transformadora, permanecí vinculado a Hogares Claret en diferentes cargos directivos terapéuticos. Este escenario me permitió, además, acercarme a la Medicina Bioenergética con el grupo del doctor Jorge Iván Carvajal Posada y participar como miembro del equipo de capacitación de la Federación Colombiana y Latinoamericana de Comunidades Terapéuticas (FLACT).
Raíces, Alas y Sentido
En el año 2006 fundé, junto a mi esposa, la psicóloga Viviana Restrepo Gaviria, el centro de crecimiento personal
Raíces, Alas y Sentido, en Medellín.
Actualmente soy su director científico y ejerzo como médico integrativo, acompañando procesos de sanación desde una perspectiva bioenergética y espiritual.
Mi misión como terapeuta
Trabajo como:
+ Terapeuta experto en programas de adicciones.
+ Facilitador de respiración energética terapéutica.
+ Conferencista en jornadas de formación para terapeutas del modelo de comunidad terapéutica.
Con la experiencia acumulada, y habiendo recorrido un largo trayecto de recuperación, estoy convencido de que los errores, el dolor y las vivencias significativas son parte esencial de las lecciones existenciales que nos dotan de herramientas para servir mejor a los demás.
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